Lloraba por los labios como si se le hubiesen transformado los ojos en una rendija silenciosa por la que escaparse la vida.
LLoraba en silencio dibujando una sonrisa por cada lágrima.
Llegó el frío y le dio la espalda... La espalda y el hombro y las manos, todo se lo entregó porque al final sería igualmente suyo.
No merece la pena la pelea sabiendo de antemano el desenlace. Que se lo lleve todo, que se lo lleve. Que se pudra en ese infierno helado donde no hay sitio más que para llorar en silencio cada grado menos. Cada dolor más.
Pese a todo
es
tan hermosa
la
nieve
No hay comentarios:
Publicar un comentario