La mudanza comienza cuando sacas las cajas del desván, cuado terminas de tocarte - sólo para asegurarte de que estás ahí - y empiezas a recoger los trastos.
Al irnos somos tan azules - azul, azul - que duele.
Somos tan azules que estamos atravesados de despedidas, traspasados por las no-ausencias. Somos tan ausencia que estamos llenos de profundidades, deepblue. Y sin poder llorar.
Destilamos gotas de aceite porque estamos a un palmo del mar, cerca pero tan lejos, y no hay otra forma de lubricar la tristeza para conseguir que nos resbale.
No hay más peces que los que flotan sobre lo escenarios y no nos queda ni un sólo gato en strock. Así que al mirar alrededor, no hay ni una sola frente que acariar con cariño porque todas están ahí al lado, pero fuera del alcance de nuestras manos.
Y yo... ¿Qué te voy a decir, si yo acabo de llegar?

1 comentario:
te deseo
realmente que
la sensibilidad que muestras
en la eleccion de la foto
bella como la verdad
inunde poco a poco tus escritos
como ya se atisba
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