miércoles, noviembre 14, 2007

Increíble.
El hombre atrapado me echa de menos.
Y yo aquí, perdiendo letras, sonidos,
días, piel, paciencia.

Paciencia. Mucha paciencia.
Hay que arrodillarse,
quemar velas,
agachar la cabeza
y rogar.

Ruego por nosotras.
Por mí y por yo y por me y conmigo,
porque si la náusea me lleva,
si me puede el asco
y el frío
y el odio,
no sé qué va a ser de mí.

Ruega por nosotras...
Porque estoy siendo
mala
y mezquina

Y me estoy odiando
por no sentirlo ni un poquito.




2 comentarios:

hans k dijo...

a veces hay que tirar el lastre... y terminar de romper las engañosas cuerdas que uno pensaba que ya estaban rotas.

Anónimo dijo...

hans, abrazo
Me encanta verlo por aquí