viernes, diciembre 05, 2008

"En fin, yo qué sé..." creo que se convertirá en mi frase de cabecera

Y así ando, en fines y sin saber. Sin saber nada.
Comenzando a entender que hay que andar solo, sólo sola, porque todo se muere y, se me ocurre que, peor que no tener nada es tenerlo y que desaparezca.
Pienso en mi hermanita - sonrío - y me doy cuenta de que es la única constante en esta vida caótica y desordenada. El único punto exacto. Ella siempre está - sé que siempre está, que es aún más importante - Cómo me gustaría no ser tan torpe para decir ciertas cosas, como me gustaría no ser tan estúpidamente despistada para demostrarlas. Como quisiera hablar menos y decir más.


Mirando un poco más allá... Tengo la impresión de que todo se muere, se pudre y desaparece. A veces me muero de pena y desapariciones que, cuando me pongo especialmente indignada, convierto en abandonos.

Han, tú fuiste mi primer abandono importante, tal vez el crucial.
Recuerdo muchas veces tu pecho contra mi espalda. Desnudo y suave como el de un niño. Como tú, desnudo y suave.
Me recuerdo desnuda y tibia acurrucada contra ti. Tú, tan grande envolviéndome como un edredón de cariño infatigable, tarareando "alemanadas" bajito, bajito. Musicando los colores que hervían en tu cabeza.
Yo sonreía para mí porque sabía que esas canciones eran futuros cuadros. Tú siempre has pintado en alemán.
Han, ¿sabes que nuestro Deni se está disolviendo en una profunda pena? Deni se está haciendo pequeño y frágil en esa tristeza callada que le va robando pedazos de sonrisa... O quizá terminó de morirse con Gato.
Empezó contigo y terminó con él.

Han, Deni está lejos, está solo con muchas tristezas hechas personas que quiere. Y a veces me alegro de que esté lejos - sí, sigo siendo una pequeña egoísta, sólo que ahora se me nota menos - porque si hablamos, si lo veo, cuando lo veo, es verte a ti, es ver a Gato. Entonces quiero morirme para no ver más.
Elena murió. No sé exactamente cuando empezó a morirse, pero un buen día empezó a irse y no le importó, no miró atrás. Se fue.
Diego dio la última curva - a la izquierda, seguro que fue a la izquierda, porque ya sabemos que en caso de duda siempre hay que tirar a la izquierda- se acabaron los botiquines de primeros auxilios con pizza y café.
Ganchi también se fue... Parece increíble. Se nos escurrió de entre las manos. Aún hay gente que me pregunta por él... Todavía, muchas veces, no sé qué decir.
Y más, hay más... Ya sé. Lo importante es lo que queda. No creas que no me lo repito una y otra vez, pero tantas veces siento que para lo que queda soy yo la muerta. Tantas que sois los que faltais los que me haceis sonreir, con los que río al recordar cosas, con los que lloro o me enfado...

Han, mi amor, ¿será que somos los que quedamos los auténticos muertos y únicamente los que os fuisteis guardais, al menos, una apariencia de vida? Sólo sé que cuando detengo la máquina de hacer ruido, la de decir tonterías, cuando paro este aturdimiento en el que procuro estar sumergida, en ocasiones veo vivos, pero suelen ser sólo mis muertos los que sobreviven a la náusea de esta miserable existencia.


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