Y el sapo gordo y drogado, despertó,
vio que no había nada y pensó:
“Haré una canica verde y redonda.
Llena de valles y montes como mi lomo…
E igual de venenosa”
Llegará la mano que aprieta,
la que puede ser un tatuaje en tu conciencia,
la que se marcha lejos.
A lamer el lomo de sapos.
A envenenarse.
A morirse lejos de casa.
Soñó,
el que verdaderamente vive
el que sí escuchó la noticia terrible
y ríe…y ríe.
Soñó.
Aquel al que le aprieta la mano
- porque sí tiene conciencia
aunque esté knock, knock ,
knock out,
knock-quemada
por el desmadrador de memoria -
que era un sapo,
que era un fantasma.
Que se moría lejos de casa
y yo tan loca.

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