Ahora que siento que puedo controlar estas ansias de saltar sobre ti, de agarrar esas manos que me acarician, de pasar la punta de mi nariz por los ojos que me miran...
No se donde guardaba esta capacidad de contenerme, de hablar con suavidad pegada a tu costado, de caminar sin prisa y sin rumbo, escuchando con atención esa voz leve, ese tono calmado.
¿Quién me iba a decir a mí que podría pasarme horas mirando fijamente esa boca, sin abalanzarme, como leona voraz, sobre esos labios tan profundamente masticables?
Ahora que la siento, quiero esta paz.
Será por eso que siento esta necesidad de regresar una y otra vez.
Debía estar escondida en ti. En ti está.

No hay comentarios:
Publicar un comentario