sábado, septiembre 30, 2006

A esta hora ya no estará.
Sólo queda la adversidad, la persecución.

Los minutos se desmoronan
pero no con la suficiente rapidez,
no tienen ninguna urgencia,
no alcanzan la velocidad de los latidos.

Los corazones se alocan a esta hora,
en esta hora en que ya no hay nada.
Sólo las sombras que se precipitan,
que se apiñan en el regazo de una devoradora necesidad.

El tiempo no pasa, los relojes no andan,
y se extienden frente a los ojos cerrados
largas mesetas.

A esta hora ya no estará.
Sólo quedan horas, horas y más horas.
Vacías.

No hay comentarios: