No hay verso posible para enjugar esa tristeza líquida.
Sólo hay manos. Estas.
Hermana, mi hermana,
¿qué puedo darte para que sonrías?
No tengo más que estas manos,
y no quieren ser de agua.
Cada vez que te miro
- he podido mirarte tantos días,
tantas veces.
Felicidad -
quiero manos de arena.
Arena que se queden siempre pegada.
Arena que, por más que se escurra entre los dedos,
siempre está ahí,
por todos los rincones.
¿Que te puedo dar?
No hay ni un sólo verso posible,
ni uno,
para contar como no soy "una mica teva",
sino toda tuya,
con tus manos hundidas en mi corazón,
para que nunca te vayas.
Como yo no me voy nunca.
Como quisiera encontrar el verso que lo dijera.
En vez de estas lágrimas
que lo callan.


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