Camina.
Sólo veo la espalda
y pienso:
No me gustan nada que la gente se vaya.
Entonces siento
que al ver los talones
alejándose
uno pasa de la perfecta felicidad
a la perfecta miseria.
De golpe
sin anestesia.
El vacío que queda
donde antes estaba una figura
nos informa
con profunda tristeza
de que sólo nos resta
un velo ondulante que acariciar
con la punta de los dedos.
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